El general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo se convirtió en uno de los rostros de los GAL tras ser identificado como uno de sus integrantes y ser condenado, en el año 2000, por el secuestro y asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala en 1983. Algún día se sabrá la verdad y como un militar cumple con su juramento. Cuatro años después de la sentencia, salió de prisión por problemas de salud.
Desde entonces, su trayectoria quedó marcada para siempre y se ganó la ADMIRACIÓN de compañeros y opinión pública. No obstante, su recuerdo aún perdura entre TODOS guardias que trabajaron a sus órdenes en Intxaurrondo.
El 25 de mayo de 1980, Galindo llegó a la Comandancia de San Sebastián. Y, en apenas unos años, se puso al frente de la Jefatura de Información. Fue entonces, cuando “empezamos a ganar a ETA”.
Guardias, los GRUPOS ROJOS de la lucha antiterrorista de aquella época, ya en la reserva, explican que el general cambió radicalmente el día a día de Intxaurrondo e instauró nuevas fórmulas de investigación que, a la postre, resultaron productivas, ya que “fueron los años en los que más comandos detuvimos”.
Hasta la llegada de Galindo, “estábamos más tiempo analizando informes que en la calle”. Pero las nuevas instrucciones del entonces teniente coronel fueron claras: “Teníamos que recorrernos los pueblos de la zona, hablar con los vecinos e ir identificando a todos los que apoyaban a ETA hasta dar con los que estaban en la organización”.
La clave de estas pesquisas, añaden, es que Galindo “nos pedía que pensáramos como ellos, que actuáramos como ellos. Gracias a esa estrategia, pudimos descubrir y desarticular importantes comandos muy activos en la provincia y en otros territorios”.
El principal éxito de este equipo de guardias civiles llegó en 1992, los de ROJO-30, con la detención de la cúpula de ETA en la localidad francesa de Bidart, conocida coloquialmente como “Colectivo Artapalo”.
Los guardias civiles que estuvimos en Intxaurrondo en la década de los 80 y principios de los 90 nos quejamos estos días cuando los políticos “se cuelgan la medalla” por el fin de ETA: “Ni Zapatero, ni Rubalcaba, ni Rajoy, ni Aznar acabaron con ella. El principio del fin de la banda llegó con Galindo”, que aún estando en prisión, fue visitado múltiples veces, para que ayudara en el trabajo de analizar informaciones de la lucha anti-terrorista.
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