Ya está aquí de nuevo el apocalipsis de los peluches, de esos ositos heidianos que abrazan mismosones, a las víctimas del Islam.
Aquí están de nuevo los cirios rojos, con los que pretendemos iluminar la oscuridad de Europa, de una civilización in corpore insepulto, que vive un crepúsculo irresistible de unabombers, cimitarras enloquecidas y vehículos enfurecidos.
Y todo sobre un fondo coqueto de corazoncitos naifs, que decoran la sensiblera respuesta de poblaciones acobardadas, que se cogen de la mano mientras entonan el patético «Imagine» del ominoso John Lennon. Heidi forever.
Pero la voz de los patriarcas, los profetas y los patriotas resuena insobornable en nuestras conciencias:
«¡Defendeos como hombres, en vez de llorar como mujeres!»
Porque toda esa parafernalia sentimentaloide, esos protocolos solidarios mil veces vistos en todos los atentados que se han producido en suelo europeo son pura fotogenia, puro fuegos de artificio, puro «Facebook», balas de fogueo cargadas de nihilismo y cobardía. Ante este espectáculo, el clamor de los profetas retumba en nuestras calles, discotecas y trenes, en pocas palabras, en ESPAÑA.
«¡No quiero velas y ositos , QUIERO justicia!»
Esas muchedumbres que descargan su conciencia, o eso quieren dar a entender, todo sea por la foto y muestran su solidaridad con esa escenografía de osopeluchismo, mostrarían mucho más su compromiso con las víctimas si marcharan todos unidos a concentrarse y manifestarse frente a todos esos organismos e instituciones que amparan el islamismo con subvenciones y prebendas, con múltiples apoyos y privilegios, con una islamofilia tan alevosa, que sólo encuentra parecido en cuanto a magnitud con el anticatolicismo que constituye la otra cara de la moneda.
¿Cómo se puede tolerar que la mayoría de los yihadistas detenidos en España estuviesen recibiendo subvenciones de más de 600 € al mes, a lo cual hay que añadir ayudas para alquiler de vivienda por una cuantía de 250 €?. «Refugees welcome», es lo que los impresentables políticos que subvencionan el Islam dicen a las víctimas de los atentados.
Y aquí no pasa nada, y el gentío se limita a poner velitas, nadie protesta, nadie exige responsabilidades a los islamófilos y cristianófobos. Con sus velitas y sus ositos van a cambiar el curso de la historia, van a derrotar a las huestes yihadistas poniendo rosas y claveles en la boca de sus «kalashnikovs», guitarreando en las plazas el mantra de Luther King: «I have a dream». Si, soñadores de un mundo feliz, de una Arcadia multicultural maravillosa, de una alianza de civilizaciones que inaugurará el paraíso de los allahuakbares.
Brillaban en la oscuridad las velitas rojas, y sonreían heidianamente los ositos de peluche. Justicia queremos, y no cursis corazoncitos incapaces de detener explosiones y tiroteos, atropellos y cuchilladas. Porque nuestros cadáveres están ahí, como jazmines derrotados; porque por ESPAÑA deambula Europa, con toda su muerte a cuestas, sin amanecer, con sus venas abiertas de par en par, mientras, degüellan, matan, desparramando cadáveres por calles ensangrentadas.
Y dirán los izquierdosos y la progresía que fue el heteropatriarcadao, el fascismo, el capitalismo imperialista, el machismo que avasalla… que otra vez la decrépita Europa está expiando sus culpas, recibiendo su merecido de parte de unos justicieros iluminados, bandoleros de Dios, ajustadores de cuentas impagadas.
Aquí quiero verlos, condenando contundentemente al yihadismo que empitona a ESPAÑA, a Europa, a la civilización. Aquí quiero verlos, delante de esos cuerpos devastados.
Que me miren a la cara y me digan que yo tengo la culpa, que fue un accidente de tráfico, que Manolete tuvo su responsabilidad. Aquí quiero oírlos, a los que van como locos por montes y riberas porque han matado un toro, mientras proclaman el aborto libre, feto arriba, niño torturado por el caliente bramido de los bisturíes. Aquí quiero ver a los islamófilos, ante este silencio con hedores, ante estos cuerpos que se esfuman, con unas formas claras que tuvieron ruiseñores, y ahora las vemos llenarse de agujeros sin fondo, despedirse entre velas, ositos e «imagines».
Porque las víctimas del Islam, se han muerto para siempre, como todos los muertos de la Tierra, como todos los muertos que se olvidan en un montón de cementerios, en un montón de ositos, corazoncitos y velitas, mientras los cómplices permanecen intocables en sus poltronas, mientras los politicastros siguen subvencionando tanta traición. Bellidos Dolfos ellos, cobardes Boabdiles los que consienten todo esto con su silencio ovejuno, mientras la sangre, la sangre roja de España, se derrama impunemente.
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