Lo primero dejar claro, que yo soy tan culpable, como todos los que no hemos sido capaces de reconocer la realidad y la verdad de la Guardia Civil. Simplemente, nadie se ha preocupado de las olvidadas e ignoradas, cuando ellas han sido quienes han formado los cimientos donde se apoya toda, repito, toda la Guardia Civil desde el minuto uno de su creación, hace ya 175 años.
Con este artículo quiero, aunque sea tarde, hacer un homenaje a todas ellas, a las ignoradas y olvidadas SEÑORAS esposas, madres, abuelas, bisabuelas y tatarabuelas, de los Guardias Civiles.
Ellas, las olvidadas, las que pusieron el primer plato de comida a un Guardia Civil hace 175 años, para que cogiera energía y saliera a defender la libertad y la vida de muchos españoles.
Ellas, las que mantenían las CASAS CUARTELES en perfecto estado de revista y han sido olvidadas.
Ellas, las que mientras su esposo descansaba, lavaban y planchaban su uniforme, cosían los botones y remendaban los rotos. Su esposo, como Guardia Civil, tenía que salir uniformado de punta en blanco y no permitía que nadie dijera o viera lo contrario, pero siguen siendo las olvidadas.
Ellas, las que ayudaban a sus esposos en la limpieza de los correajes, botonaduras, hebillas y “el charol”, pero siguen siendo las olvidadas.
Ellas, las que se unían para pintar las paredes de la CASA CUARTEL, las que barnizaban las ventanas y puertas, las ignoradas.
Ellas, las que en su afán de ayudar en la economía de la familia, se esforzaban en lavar y planchar los uniformes de los Guardia solteros.
Ellas, las que ante la salida urgente de todo el personal en auxilio de la sociedad, tomaban los mandos de la CASA CUARTEL, utilizando los medios imprescindibles, como la telefonía y las comunicaciones. Las olvidadas.
Ellas, las que en algunos momentos de la historia, han defendido con armas y algunas han entregado su vida en la defensa de la CASA CUARTEL. Las ignoradas
Ellas, las que barrían los patios de las CASAS CUARTELES, de los cascotes provocados por una bomba etarra. Las ignoradas.
Ellas, las que amortajaban a sus esposos, cuando caían en acto de servicio, mientras se bebían las lágrimas. Las ignoradas.
Ellas, las que miraban desde las ventanas de sus pabellones, como sus esposos eran revistados por sus superiores y estaban relucientes. Ellas, las olvidadas.
Ellas, las que sin su dedicación, no se podían celebrar la festividad de nuestra Patrona en los patios de las CASAS CUARTELES. Las olvidadas.
Ellas, las que ante la ausencia de sus esposos, por prioridades del servicio, daban a luz en soledad dentro de su pabellón y como mucho con la compañía de esa “piña” cuartelera que son las esposas de otros Guardias Civiles. Las ignoradas.
Ellas, las que pasaban noches en vela vigilando el sueño de sus hijos y sus esposos, en la enfermedad. Solas y hoy, olvidadas.
Ellas, las que se unían y preparaban la comida de muchos Guardias solteros. Las que un cumpleaños de cualquiera de la CASA CUARTEL, era una fiesta general y se celebraba. Ellas, las ignoradas.
Ellas, las que la primera comunión de cualquier vástago de la CASA CUARTEL, era una fiesta general, la criatura era un hijo de todos. Ellas las olvidadas.
Ellas, las que con la cabeza muy alta, orgullosas de sus esposos, iban a comprar a cualquier tienda de las Vascongadas y eran vilipendiadas públicamente. Escuchando frases como “LA MUJER DEL TXAKURRA” o la “MALDITA CIVILA”. Ellas las olvidadas.
Ellas, las que con sus hijos cogidos de la mano, despedían a su padre desde la ventana de su pabellón en la CASA CUARTEL, cuando se iba de servicio y no sabían si volvería vivo. Las ignoradas.
Ellas, las que mantenían el Cuarto de Puertas en perfecto estado de limpieza, barriendo y fregándolo cuando su esposo estaba de Puertas.
Ellas, las que pasaron noches en ayunas, para que sus esposos y sus hijos, tuvieran energías al dia siguiente. Las olvidadas.
Ellas, las que con mucho esfuerzo económico, sacaron adelante a sus críos. A los “HIJOS DEL CUERPO”. Las ignoradas.
Ellas, las que con su presencia en las Juras de Bandera de sus hijos, dieron fe de que cumplieron con su deber. La Patria se los pidió y ellas entregaron hasta la última gota de sangre. Ellas, las olvidadas.
Ellas, las que cuando fallecía su marido en acto de servicio, tenía que abandonar la Casa Cuartel, despidiéndose con lágrimas en los ojos, de su querida y amada Guardia Civil. Las ignoradas.
Ellas, las que han ido muriendo solas en los hospitales o sus casas y en el olvido de una Institución como la Guardia Civil, que sin ellas, no sería nada. Ni la visita uniformada de un representante oficial. Las olvidadas.
Ellas, siguen estando ahí, con sus pensamientos, con sus tristezas y sus alegría. Nunca han pedido nada, siempre han sido las olvidadas e ignoradas. Son tan perfectas, que aceptan la situación. Se saben con el deber cumplido y esto último, no todo el mundo lo puede decir, ellas si. Ellas, las olvidadas.
Ahora encontramos que las Guardias Civiles, están celebrando los 30 años de su incorporación a la Benemérita. Que enviaron a las Matronas a la calle y muchas de ellas están limpiando escaleras, para poder comer y siguen sin hacer ninguna referencia a las olvidadas, ignoradas y despreciadas, que no cumplen 30 años, CUMPLEN 175 AÑOS y se merecen un verdadero homenaje.
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