LA DIRECCIÓN General de Tráfico, en su afán recaudatorio, acaba de dar otra vuelta de tuerca a los miembros de la Guardia Civil que prestan su servicio en esta unidad. El principal objetivo de la Guardia Civil de Tráfico es "proteger y auxiliar a los usuarios de las vías públicas". Bueno, era. En la nueva normativa, en esa avaricia que ha convertido las carreteras españolas en una máquina registradora de ingresos, a los guardias civiles que multen se les premia cuatro veces más que a los que prevengan de un accidente. Para la avarienta Dirección General de Tráfico, que presume de velar por nuestra seguridad, es mucho más importante que los números de la G. C. multen a que prevengan un accidente. Si multan con abundancia reciben cuatro puntos; si previenen de un accidente, un punto.
Todo ello no se traduce en gratificaciones millonarias, sino en doscientos euros, como mucho, gratificación que debería ser absolutamente normal por el mero cumplimiento del deber.
Esta manipulación de los principios de la Unidad solo puede recibir un calificativo: degradación. De ahí que la llamada "presencia disuasoria", que ayudaba a que los conductores recordaran que había unos vigilantes de las normas, se haya transformado en "la caza y captura del conductor", precisamente en esos tramos en los que no hay ningún peligro de accidente, pero por ser una pendiente hacia abajo, o una suave salida de autopista en recta y con buena visibilidad, nadie, o casi nadie, reduce bruscamente la velocidad.
La Unidad de Tráfico de la Guardia Civil se ha ganado un prestigio con el sudor de su frente, y hasta con lágrimas, que yo he visto a más un guardia civil llorar ante el espectáculo dantesco de un terrible accidente, pero esta Dirección General es capaz de machacar el prestigio y convertir a unos servidores dignos en unos sacamantecas. La Guardia Civil se merece una DGT que no les degrade y no socave su decoro y su decencia.
La guardia civil no debería de recibir ningún dinero por realizar su trabajo, si no, el cirujano cuando salva una vida habrá que pagarle, al político cuando deje de robar hay que pagarle, y un largo etc... de profesionales que habría que premiar, eso lo veo como una tomadura de pelo para los demás profesionales
Todo ello no se traduce en gratificaciones millonarias, sino en doscientos euros, como mucho, gratificación que debería ser absolutamente normal por el mero cumplimiento del deber.
Esta manipulación de los principios de la Unidad solo puede recibir un calificativo: degradación. De ahí que la llamada "presencia disuasoria", que ayudaba a que los conductores recordaran que había unos vigilantes de las normas, se haya transformado en "la caza y captura del conductor", precisamente en esos tramos en los que no hay ningún peligro de accidente, pero por ser una pendiente hacia abajo, o una suave salida de autopista en recta y con buena visibilidad, nadie, o casi nadie, reduce bruscamente la velocidad.
La Unidad de Tráfico de la Guardia Civil se ha ganado un prestigio con el sudor de su frente, y hasta con lágrimas, que yo he visto a más un guardia civil llorar ante el espectáculo dantesco de un terrible accidente, pero esta Dirección General es capaz de machacar el prestigio y convertir a unos servidores dignos en unos sacamantecas. La Guardia Civil se merece una DGT que no les degrade y no socave su decoro y su decencia.
La guardia civil no debería de recibir ningún dinero por realizar su trabajo, si no, el cirujano cuando salva una vida habrá que pagarle, al político cuando deje de robar hay que pagarle, y un largo etc... de profesionales que habría que premiar, eso lo veo como una tomadura de pelo para los demás profesionales
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