Cuando pienso en Rodríguez Galindo, mi paisano granadino, no
puedo evitar el recordar una frase que sabiamente escribe Hesíodo en su
“Certamen”, en relación con los piojos y los peces, lo cual traducido al mundo
moderno significa dos tipos de delincuentes. La frase dice: «cuanto cogimos,
abandonamos; y cuanto no logramos coger, llevamos» (Alianza, clásicos de Grecia
y Roma, ed. 2000, Hesíodo: Certamen, 330–35). Pues esa es la sensación de
frustración que – sin duda – les queda a las pobres víctimas de la maldita ETA,
una organización criminal que ni siquiera se defiende a sí misma, una
organización cobarde y desorientada. No ahora: desde sus inicios (y ahora
también, por supuesto).
¿Qué mueve a una persona – supuestamente bien de la cabeza –
a matar a sus semejantes, sin que previamente le hayan hecho nada
personalmente? Pues una sola cosa: el dinero. Es una forma de vida inmoral, muy
lucrativa y con mucho fan, pues el miedo vuelve a los hombres sumisos (bueno,
no a todos, de eso no hay duda). Hesíodo es totalmente vigente: soltamos a
etarras y permitimos que sus acólitos nos acompañen en las urnas. Genial,
¿verdad? La ETA no es más que una vulgaridad, casi un regreso a la prehistoria.
Por eso, a mi paisano yo le diría lo que Séneca a Lucilio.
Primero lo diré en su versión primaria y luego lo actualizaré: “Llegados a este
punto, amigo Lucilio, olvida los asuntos de estado y dedícate a ver crecer los
trigales”. La versión moderna es menos fina y viene a ser lo que le dijo mi
abuelo a un grupo de trincones: “¡vayan ustedes a la mierda!” Sí, mi general, o
señor Galindo, como prefiera, mande usted a la mierda a quienes debe usted
mandar, que sin duda lo sabe mucho mejor que yo.
Continuando con Séneca, hay otra frase suya genial: “quien
desprecia su vida es dueño de la tuya”. Por eso, lo mejor es no tenerles miedo
y si no hay otro remedio, defenderte como puedas contra ellos. No es que quiera
hacer una loa contra la ley, ni mucho menos. Solo digo que es muy majadero
pensar que estos hideputas van de buena fe. No lo van, pues ni entregan las
armas ni se disuelven. Lo demás es marear la perdiz.
Hace no mucho recordaba a Cicerón (auctoritas praeter
potestas, la autoridad debe de prevalecer sobre la potestad), bien pues eso es
la teoría (eso le decía Cicerón a su hijo en un precioso libro titulado sobre
los deberes) pero ha de ser para todos, que de nada sirve a la sociedad la
blandura de sus protectores. Porque también Cicerón, en ese mismo libro, decía
aquello de de que “las profesiones para las que se requiere un saber mayor y
que reportan una ganancia más que mediana, ..., son honestas para aquellos a
cuya condición social es concedido practicarlas”. Es decir, que no todo el
mundo vale para ser Guardia Civil. Por eso, a la recíproca, no todo el mundo
vale para la política, la judicatura, etc. Si nos deshacemos de los más
eficaces, nuestros enemigos se frotarán las manos, ciertamente. Y si solamente
dejamos a los incompetentes (no ya en España, sino en todo el mundo), el
resultado es el que tenemos: esta tremenda crisis económica a la que no se le
sabe meter mano. Es la conclusión de una incompetencia general continuada a
todos los niveles.
Porque la crisis, en sentido estricto, es una gran mentira.
La realidad que subyace tras ella es el tremendo egoísmo de muchas personas, a
quienes solo les interesa tener y nada compartir. Esos son los nacionalismos
exacerbados: nada de compartir. Una tontería que ni ellos se creen, pues eso es
imposible en un mundo con siete mil millones de habitantes. Y como no es
posible, ese egoísmo de todo tipo (económico, cultural o psicótico) solamente
da lugar a confrontaciones, como suele suceder tras cualquier crisis económica
(la guerra mundial ha sido hasta ahora la salida de cualquier crisis global). Y
no lo digo ‘ex cathedra’, sino que me limito a contar lo que cualquier libro de
historia debidamente documentado.
Y si nos deshacemos de nuestros mejores soldados... ¡mal
vamos!
En fin, mucho me temo que nadie sabemos lo que pueda
suceder, pero como decía un colega ante el cadáver de su paciente: “la color no
es buena”. Y es que los médicos tenemos esa percepción de la gravedad de las
cosas, fruto de nuestra experiencia, que incluso nos orienta además en el
diagnóstico de tipo epidemiológico.
Consecuentemente, tal vez lo más prudente sea poner las
cosas en manos de Dios y dejarse de especulaciones. Pero eso sí: sin miedo.
¡Faltaría más!
Francisco Hervás Maldonado (Coronel médico)
2 comentarios:
Pues sí, con miedo no se puede vivir.
Saluditos.
Los secretos de estado, tienen unos años para poder ser dados a conocer. Y estamos a punto de que caduque el 23F, que les tiene de los nervios a los politicos y a alguien más.
Irán cayendo muchas leyendas urbanas, aunque he oído por "ahí", que están intentando pasar de 35 años a 70 años.
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